Para orientarse en una ciudad no hace falta una brújula. |
Mucha gente confía en teléfonos inteligentes y GPS
para saber cómo llegar a los sitios. Pero hay formas más naturales de
orientarse. Un simple problema mecánico o una batería sin recargar puede hacer fallar nuestros sistemas de orientación automática.
Y si no hay nadie alrededor ni un mapa de papel a mano, podemos tener problemas.
La orientación natural puede ser lo único
necesario para solucionarlos. Esto significa ser capaz de orientarse sin
mañas, brújulas ni cualquier otro tipo de instrumentos.
Se basa en estar atento y en las habilidades de
deducción, que muchas veces consisten simplemente tomar puntos de
referencia durante el viaje.
Pero, ¿qué nos puede ayudar cuando nos desorientamos?
1.- Antenas parabólicas de televisión
Estos aparatos son casi un salvoconducto en las
áreas urbanas. Los discos parabólicos apuntan a satélites
geoestacionarios, o sea que se mantienen en la misma posición sobre la
superficie terrestre.
En cada zona suele haber un satélite dominante,
por lo tanto, casi todas las antenas apuntan en la misma dirección. Si
sabemos cuál, no perderemos el norte.
2.- Edificios religiosos
Desde la antigüedad, los edificios religiosos y los lugares sagrados se construyeron para aportar datos sobre la dirección.
Por ejemplo, normalmente, las iglesias
cristianas están alineadas en dirección oeste-este, con el altar mayor
en el extremo oriental, de cara al lugar por el que sale el sol. Las
tumbas, a menudo, también mantienen esta disposición.
En las mezquitas, para orientarse hay que buscar
el nicho en el muro, conocido como alquibla, que indica la dirección
en la que hay que rezar, que suele apuntar a La Meca.
Las sinagogas habitualmente colocan el arca
donde se guarda la Torah en el límite este del edificio, de modo que los
fieles recen mirando a Jerusalén.
En los países ubicados al este de esa ciudad, el arca se encuentra en el extremo oeste de la sinagoga.
3.- Fenómenos meteorológicos
Los vientos dominantes suelen arrastrar lluvia y contaminación. Por este motivo su azote continuo deja huellas en los edificios.
Si sabemos cuál es la dirección del viento más
común en una zona, estas marcas nos ayudarán a orientarnos incluso en un
día apacible.
En el Reino Unido, por ejemplo, las corrientes
más frecuentes proceden del suroeste. El resultado es visible en los
vidrios de los edificios, en la piedra y en los ladrillos. Las esquinas
de los edificios también muestran diferencias sutiles en función del
punto cardinal al que estén expuestas.
4.- La dirección de las personas
Los navegantes del Pacífico aprendieron a seguir
a los pájaros. Se dieron cuenta de que si bien un pájaro solitario
puede actuar de forma excéntrica, un grupo suele seguir un patrón de
comportamiento.
La misma regla de tres es aplicable a los seres
humanos. No tiene sentido seguir a un individuo porque podemos acabar en
cualquier lugar. Pero caminar en la dirección de la multitud a cierta
hora de la tarde puede conducirte a la estación de tren o a la parada de
autobús más cercana. Por la mañana, para llegar allí habría que andar
en el sentido opuesto al de la masa.
En la hora del almuerzo en un día soleado, el destino puede ser un parque o la orilla de un río.
5.- Alineación de las carreteras
Las carreteras no se construyen al azar sino que
crecen según el tráfico y el tráfico más pesado es el que entra o sale
de la ciudad.
Así que las carreteras más anchas tienden a
estar alineadas de una manera específica, dependiendo de si usted se
encuentra en el centro o en las afueras de la ciudad.
Si está en el norte o sur de una ciudad comprobará que estas vías principales tienden a llevarlo de norte a sur o viceversa.
Igualmente, si está en el este u oeste, sabrá que las carreteras más anchas serán las que corren de oriente a occidente.
Ésta es la razón por la que los mapas de carreteras en ciudades grandes tienen un patrón radial.
Es algo de sentido común, pero pocas personas se dan cuenta cuando se pierden.
6.- Las nubes
Una de las mejores maneras para no perderse es
no desorientarse. Mi forma favorita de lograrlo en una ciudad es
orientarme -usando algunos de los trucos mencionados anteriormente- y
luego, para mantener el rumbo, mirar en qué dirección se mueven las
nubes.
Su viaje es muy constante a menos que haya un cambio brusco en el clima.
Esta técnica es particularmente útil cuando nos metemos en el metro y salimos en otra parte de la ciudad.
Antes de entrar en el túnel, miramos al cielo y
recordamos la dirección de las nubes. Cuando salimos en un lugar
desconocido, volvemos a alzar la vista y así podemos reorientarnos.